Sidney es la ciudad más antigua de Australia: fue fundada en 1788 como colonia penitenciaria de Inglaterra, algo que nadie podría imaginar hoy cuando, gracias a su increíble belleza natural, miles de turistas la escogen para pasar allí unas vacaciones esplendidas.
Entre sus principales atractivos se cuentan cuatro verdaderas genialidades de la arquitectura moderna: una ópera diseñada en 1957 cubierta por un millón de azulejos donde se realizan más de dos mil espectáculos cada año que convocan a más de cuatro millones y medio de visitantes (por este motivo, en el año 2007 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO); el gigantesco puente Sidney Harbour, construido a comienzos de la década del treinta, que permite conectar el centro financiero con la costa norte, dando una visión realmente única de la urbe; los Jardines Botánicos Reales, más de treinta hectáreas que parecen el paraíso terrenal; y el Taronga Zoo, cuya característica más distintiva es permitir que los visitantes pasen la noche durmiendo en el lugar, en intimo contacto con la naturaleza.
El barrio más famoso de la ciudad lleva el descriptivo nombre de “The Rocks” y es un sitio donde se mezcla el pasado y el presente gracias a construcciones que van desde antiquísimas casas de piedra construidas por los primeros habitantes hasta bares ultramodernos donde es posible escuchar lo último en música electrónica mientras se disfrutan los tragos que están de moda en Londres, Madrid, Paris, Berlín o Nueva York.
La ciudad también cuenta con su propio Chinatown, el sitio que congrega la creciente comunidad asiática, un barrio donde es posible encontrar magníficos restaurantes de comida china además del Garden Friendship un parque lleno de pagodas decorado con un pequeño pero hermoso lago.
Para los amantes de la historia, una parada obligada es el museo “Justice and Police” que permite conocer los calabozos donde antiguamente se encerraba a los delincuentes y fotos, muchas de ellas en blanco y negro, de los criminales que se hicieron famosos por sus tropelías (una gran parte de ellos, según consignan las crónicas, terminó colgado o fusilado).
Por supuesto, el gran atractivo de Sidney son sus idílicas playas que combinan una arena imposiblemente dorada, un mar de un incomparable azul cielo y unos acantilados perfectos para nadar, surfear o sumergirse junto a los expertos para conocer la increíble fauna y flora típica de la región.
Es común que, por las noches, las compañías de danza y teatro, subvencionadas por el gobierno, realicen espectáculos gratuitos a la luz de las fogatas que se encienden a lo largo de toda la playa.

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