Ubicada en el sudeste asiático, Tailandia combina ciudades donde es posible disfrutar de la última tecnología con aldeas llenas de carromatos arrastrados por caballos y monjes descalzos, vestidos con rusticas túnicas. Bangkok, capital del país, atrae, cada año, a millones de turistas gracias a sus maravillas arquitectónicas, comenzando por el Palacio Real, un conjunto de edificios construido a fines del siglo XVII que incluye el templo Phra Kaen, hogar de un inmenso Buda de jade creado en el año 40 antes de Cristo.
Además de su agitada vida espiritual reflejada en los innumerables templos que pueden encontrarse prácticamente en cada calle (todos los hombres tailandeses, sin excepción, están obligados a servir como monjes durante sesenta días cada año), Bangkok cuenta con un destacado perfil comercial que se concentra en Siam Square.
Por supuesto, es imposible visitar la ciudad sin conocer Damnoen Saduak, un colorido y bullicioso mercado flotante lleno de pequeñísimos botes donde se puede comprar, prácticamente, cualquier cosa, incluyendo, obviamente, las comidas típicas de esta región aunque es conveniente, para los extranjeros, preguntar muy bien que están a punto de llevarse a la boca para no sufrir el efecto de los condimentos picantes, tan característicos de la gastronomía asiática.
Phetchaburi, situada a solo ciento cincuenta kilómetros de Bangkok, tuvo su apogeo comercial cuatro siglos atrás, cuando la visitaban los comerciantes que transportaban pólvora, oro y seda desde China; en la actualidad, es uno de los sitios más elegidos por los turistas gracias a sus increíbles playas de aguas tranquilas, ideales para nadar o practicar buceo.
Kanchanaburi es la parada obligatoria para todo amante del cine que visite Tailandia porque allí, precisamente, ocurrió la terrible historia que narra “El puente sobre el rio Kwai” sobre un grupo de soldados británicos obligados por el ejército de ocupación japonés a trabajar hasta la muerte; afortunadamente, muy lejos han quedado aquellos belicosos tiempos y hoy es posible gozar de la increíble belleza de la zona en un pequeño tren que desemboca en Erawan, el parque nacional famoso por sus increíbles cascadas.
Por último, ningún visitante a Tailandia debería dejar de conocer Chian Mai, la ciudad fundada a comienzos del siglo XIII donde se encuentra el templo Phrathat Doi Suthep, uno de los principales centros de
peregrinación para los budistas de todo el mundo (Richard Gere estuvo varias veces allí): cuenta con una imponente escalera de trescientos nueve escalones, una réplica del famoso buda de esmeralda de Bangkok y una estatua del dios hindú Ganesha.
Los visitantes que visitan el templo deben quitarse los zapatos e ir vestidos correctamente, en caso contrario, los monjes no le permiten el ingreso al lugar.

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