Durante décadas, Japón fue deliberadamente excluido de las rutas tradicionales de turismo porque los promotores occidentales suponían que no contaba con suficientes atractivos para ser redituable, afortunadamente, la situación cambió radicalmente durante los últimos años y hoy el pequeño país se encuentra en la lista de los sitios más escogidos por las agencias de viajes de todo el planeta.
El motivo de ese drástico cambio se debe a que, finalmente, se conocen las maravillas que encierra este gigante de la tecnología, un sitio que ofrece un entorno geográfico único (increíbles montañas, una vista deslumbrante del mar) donde se asientan ciudades que combinan tradición y modernidad.
Cualquier visita a Japón siempre comienza por Tokio, su capital, una inmensa metrópoli integrada por veintitrés barrios que funcionan como ciudades independientes dada la gran cantidad de personas que viven en ellas.
Los lugares más emblemáticos de Tokio son el Monte Fuji, una increíble montaña, considerada la más alta de Japón, inmortalizada por el gran Roger Zelazny en uno de sus más memorables cuentos; y el Palacio Imperial, una imponente fortaleza levantada sobre el señorial castillo de Edo que solo dos veces al año (el 2 de enero y el 23 de diciembre) abre sus puertas para que el emperador pueda saludar a la multitud que se reúne en el lugar para desearle diez mil años de vida a su linaje.
En las afueras de Tokio funciona Fukisawa, un barrio de 1000 viviendas considerado el primer experimento exitoso de “ciudad inteligente”: cuenta con inmensos jardines, obtiene la mayor parte de su energía de gigantescos paneles solares y logró disminuir en un 70% la emisión de gases gracias al uso obligatorio, por parte de los residentes, de modernos coches eléctricos.
El segundo lugar más visitado de Japón por los turistas es Kioto, una ciudad cuyo principal atractivo son sus increíbles construcciones, especialmente los miles de santuarios que se levantan en prácticamente cada calle.
Los templos que los especialistas recomiendan no perderse son Kinkaku-ji, famoso por estar cubierto de planchas de oro y Jishu Jinja donde, todas las semanas, miles de personas van a pedir suerte en el amor y, si ven cumplidos sus deseos, regresan para dejar monedas como agradecimiento.
Kioto además cuenta con dos lugares realmente únicos: el increíble bosque de bambú de Arashiyama; y el distrito geisha, un barrio donde es posible disfrutar una taza de té atendido por mujeres ataviadas con los vestidos tradicionales de la región.
Al igual que Kioto, Kamakura es una ciudad cuya principal característica son los templos; entre sus santuarios más famosos se cuenta Engaku-ji, levantado a fines del siglo XIII por monjes budistas para recordar a los soldados muertos durante la frustrada invasión de los mongoles; y Tsurugaoka Hachimangu, visitado cada año por millones de personas, que rinde homenaje al fundador del poderoso clan que gobernó la isla
con mano de hierro durante tres siglos.
con mano de hierro durante tres siglos.
Situada a orillas del mítico rio Yodo, Osaka es la tercera ciudad más importante de Japón gracias al empuje de su inmenso aeropuerto internacional que, todos los días, recibe miles de turistas provenientes de todo el mundo; entre sus atractivos turísticos cuenta con un impresionante castillo levantado por esclavos en 1583.
Para los amantes de la historia, cualquier recorrido por Japón debe incluir una visita a Hiroshima y Nagasaki, las ciudades en las cuales, por orden el presidente Truman, Estados Unidos arrojó, en agosto de 1945, dos devastadoras bombas atómicas, haciendo que la Segunda Guerra Final pudiera, finalmente, llegar a su fin; en la actualidad, ambas ciudades están completamente reconstruidas.
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